El Latigazo

31.3.05

¿Libertad para morir?

Con este título no me estoy refiriendo a una de las innumerables películas de Jean Claude van Damme (Esta trata sobre un poli que se infiltra en una prisión para investigar un tráfico de órganos de reclusos) sino a la polémica desatada en el país de la hamburguesa a colación del triste caso de Terry Schiavo, del que nadie es ajeno, ya sea para opinar, para comentar, ver juzgar etc.

Para los despistados, someramente: Mujer en coma profundo e irreversible desde hace 15 años pero que sus constantes vitales están perfectas, sólo necesita ser alimentada mediante un tubo. Marido que está hasta los cojones de la situación y afirma que ella quiere morir, por lo que aboga por quitarla la alimentación. Revuelta social a favor y en contra.

En estos momentos la muerte de la mujer es inminente, al haber sido retirado el tubo de la alimentación.

La eutanasia es de esos temas donde las ideas a favor y en contra luchan entre si dentro de nuestras cabezas, a mandoble limpio, que se diría. Las dudas son muchas, nadie está seguro de cuál es la opción correcta. Quizá la solución al enigma esté en el hecho de que no somos perfectos, aún cuando tratemos de serlo, y es normal que algunas veces nuestros circuitos morales salten por los aires al enfrentarse a dilemas irresolubles.
No hay nada de qué avergonzarse, las matemáticas por ejemplo, paradigma de la lógica, son incompletas como demostró Gödel hace ya bastante tiempo y no por ello dejan de ser extremadamente útiles.

Sin embargo, este no es el caso que ahora nos ocupa, aunque lo parezca. Produce escarnio llamar eutanasia (buena muerte) a la atrocidad que se está perpretando con alevosía, y quien sabe si con nocturnidad. Una mujer postrada en la cama, sin posibilidad de hablar, cierto, pero con la posibilidad de SENTIR, agoniza horriblemente al ser privada de nutrición. ¿Qué eutanasia hay aquí? ¿Qué muerte digna? ¿Qué paz?
Toda su dignidad se está yendo por el sumidero mientras su piel se arruga desecada, sus órganos vitales se contraen tratando de conservar sus fluidos y los nervios transmiten a su mermado cerebro el sufrimiento de un cuerpo que se corrompe irremediablemente.

Y todo esto con la atenta mirada de aquellos que han decidido que la mejor forma de acabar con su sufrimiento es despojarla de su dignidad a golpe de sentencia y tirón de catéter.
Lmismo es que lo de la eu- está de moda. Tendremos eu-ancianos, con sus eu-pensiones, sus eu-problemas de eu-espalda en su eu-asilo.

Y nada nada, cuando ya dejen de ser eu-, pues les quitamos el catéter. Toda una eu-sociedad. O eu-SUCIEDAD.