Ejercicios de imaginación
La mente humana es simplemente fantástica. A través de ella, se pueden visualizar fantasías y deseos con una claridad cristalina echando mano de la maravillosa imaginación, esa facultad que los niños suelen poseer con inusitada soltura.
Vamos a hacer ahora un pequeño ejercicio de imaginación. ¿Estamos tranquilos, concentrados? bien, pues allá vamos.
Imaginemos un pueblo, una ciudad. Miles de personas conviven en aparente armonía, cada uno con sus quehaceres cotidianos. El señor Vidal regenta un pequeño comercio de barrio, muy querido por todos los vecinos. Es un hombre tranquilo y bonachón, al que las arrugas y canas le confieren un aspecto digno y respetable. El señor Vidal tiene esposa y 2 hijos, un chaval de 20 años y una simpática muchachita de 15.
Todos los días, el señor Vidal abre su comercio con puntualidad inglesa, coloca algunos artículos en el escaparate y conecta un pequeño receptor de radio ya algo destartalado, pero que aún funciona. Con él, escucha cada mañana las noticias más interesantes.
Un día, una extraña carta llega a manos de este probo trabajador. Viene directamente firmada desde su ayuntamiento, con ese sello característico. Inmediatamente abre la misiva, y lo que descubre no puede por más que dejarle atónito. El consistorio le anuncia que su comercio ha incumplido severamente cierta norma municipal, y que por ello debe pagar una cuantiosa multa.
El señor Vidal no puede creer lo que lee. Paga religiosamente sus impuestos, seguridad social, derechos de urbanización... y sin embargo, se le acusa de transgredir las leyes.
¿Cuál es el pecado que se le atribuye? Simplemente, el rótulo de su comercio.
En grandes letras blancas, se puede leer. "Papelería Vidal, fotocopias y material escolar"
Según la carta, no se puede rotular el nombre del comercio en su idioma materno, sino que debe hacer se en otro minoritario.
- No me lo puedo creer, le dice a su mujer. Cumplo la ley como el que más, pero no me dejan hablar ni escribir en el idioma de mi familia, el mismo idioma de todos los ciudadanos del país.
¿Por qué no puedo? ¿Qué mal he cometido?
Como las desgracias nunca vienen solas, su hija, al volver del colegio, le dice que tiene que hablar con la profesora. Algo no parece ir bien con la pequeña, así que esa misma tarde, se dirige al colegio.
Una vez en su destino, es recibido por la profesora, que muy preocupada, le comenta.
- Le he mandado llamar, porque su hija puede verse involucrada en ciertos problemas. Nos ha llegado una circular del gobierno autonómico, por la cual, tanto profesores como alumnos no podremos comunicarnos entre nosotros en nuestra lengua materna. A mi me parece un atropello, y pienso dar la cara, pero su hija, que piensa como yo, puede verse perjudicada. Le he llamado para que supiera la situación y tome las medidas que crea oportunas.
- ¡Pero esto es un atropello, nadie puede decirme en qué idioma debo expresarme, y más aún, tengo el derecho a hacerlo en el idioma materno, según consta en nuestras leyes!
- Lo se señor Vidal, y es por ello que lamentablente creo que tendré que pedir el traslado, las presiones desde arriba son muy fuertes. Han llegado incluso a amenazarme.
Atónito por lo ocurrido, el señor Vidal vuelve a casa, pero antes decide comprar el periódico, ya que su mujer lo había olvidado.
En la primera página, con lustrosas letras, lee el siguiente titular: "Aprobadas las competencias en materia de control audiovisual, posible cierre de Radio 10"
Desarrollada la noticia, se habla del control de dicho organismo sobre las noticias de los medios de comunicación y su potestad para cerrar aquello que, según su criterio, vulneren la ley y mienta en sus informaciones.
- ¡¿Nos hemos vuelto locos?!, ¿y quién será el que decida qué es verdad y qué es mentira? Encima cierran radio 10, la emisora que escucho todas las mañanas. ¡Esto es una vergüenza que va contra la libertad de expresión!
Unas páginas mas adelante, otro titular disturba al bueno del señor Vidal: "Descubierto un fraude millonario en la caja de ahorros STAR, implicado un alto cargo del gobierno"
Al parecer, este cargo, aprovechando su posición y un pasado nada claro al frente de dicha caja, consiguió evadir varios millones de euros.
- ¡¡¡Esto es un nido de ladrones, mentirosos y ruines!!! ¡¡¡ Y mientras yo, honrado trabajador, tengo que purgar porque mi negocio está rotulado en el idioma oficial de mi país, mi hija tiene prohibido hablar en su idioma materno y ni siquiera puedo escuchar mi emisora favorita, porque la quieren cerrar al más puro estilo hitleriano!!!
El señor vidal se dirige a casa desolado, pensando quizá en que debería dejarlo todo y buscarse su vida en otro lugar, lejos de represiones más propias del fascismo italiano que de un país democrático...
Bien, ya podemos abrir los ojos y volver a la realidad. Afortunadamente, esto es solo una historia creada por nuestra pujante imaginación.
Aunque, por otra parte, quizá no debamos estar tan tranquilos, dicen que la realidad siempre supera a la ficción. Por lo menos en Cataluña.
Vamos a hacer ahora un pequeño ejercicio de imaginación. ¿Estamos tranquilos, concentrados? bien, pues allá vamos.
Imaginemos un pueblo, una ciudad. Miles de personas conviven en aparente armonía, cada uno con sus quehaceres cotidianos. El señor Vidal regenta un pequeño comercio de barrio, muy querido por todos los vecinos. Es un hombre tranquilo y bonachón, al que las arrugas y canas le confieren un aspecto digno y respetable. El señor Vidal tiene esposa y 2 hijos, un chaval de 20 años y una simpática muchachita de 15.
Todos los días, el señor Vidal abre su comercio con puntualidad inglesa, coloca algunos artículos en el escaparate y conecta un pequeño receptor de radio ya algo destartalado, pero que aún funciona. Con él, escucha cada mañana las noticias más interesantes.
Un día, una extraña carta llega a manos de este probo trabajador. Viene directamente firmada desde su ayuntamiento, con ese sello característico. Inmediatamente abre la misiva, y lo que descubre no puede por más que dejarle atónito. El consistorio le anuncia que su comercio ha incumplido severamente cierta norma municipal, y que por ello debe pagar una cuantiosa multa.
El señor Vidal no puede creer lo que lee. Paga religiosamente sus impuestos, seguridad social, derechos de urbanización... y sin embargo, se le acusa de transgredir las leyes.
¿Cuál es el pecado que se le atribuye? Simplemente, el rótulo de su comercio.
En grandes letras blancas, se puede leer. "Papelería Vidal, fotocopias y material escolar"
Según la carta, no se puede rotular el nombre del comercio en su idioma materno, sino que debe hacer se en otro minoritario.
- No me lo puedo creer, le dice a su mujer. Cumplo la ley como el que más, pero no me dejan hablar ni escribir en el idioma de mi familia, el mismo idioma de todos los ciudadanos del país.
¿Por qué no puedo? ¿Qué mal he cometido?
Como las desgracias nunca vienen solas, su hija, al volver del colegio, le dice que tiene que hablar con la profesora. Algo no parece ir bien con la pequeña, así que esa misma tarde, se dirige al colegio.
Una vez en su destino, es recibido por la profesora, que muy preocupada, le comenta.
- Le he mandado llamar, porque su hija puede verse involucrada en ciertos problemas. Nos ha llegado una circular del gobierno autonómico, por la cual, tanto profesores como alumnos no podremos comunicarnos entre nosotros en nuestra lengua materna. A mi me parece un atropello, y pienso dar la cara, pero su hija, que piensa como yo, puede verse perjudicada. Le he llamado para que supiera la situación y tome las medidas que crea oportunas.
- ¡Pero esto es un atropello, nadie puede decirme en qué idioma debo expresarme, y más aún, tengo el derecho a hacerlo en el idioma materno, según consta en nuestras leyes!
- Lo se señor Vidal, y es por ello que lamentablente creo que tendré que pedir el traslado, las presiones desde arriba son muy fuertes. Han llegado incluso a amenazarme.
Atónito por lo ocurrido, el señor Vidal vuelve a casa, pero antes decide comprar el periódico, ya que su mujer lo había olvidado.
En la primera página, con lustrosas letras, lee el siguiente titular: "Aprobadas las competencias en materia de control audiovisual, posible cierre de Radio 10"
Desarrollada la noticia, se habla del control de dicho organismo sobre las noticias de los medios de comunicación y su potestad para cerrar aquello que, según su criterio, vulneren la ley y mienta en sus informaciones.
- ¡¿Nos hemos vuelto locos?!, ¿y quién será el que decida qué es verdad y qué es mentira? Encima cierran radio 10, la emisora que escucho todas las mañanas. ¡Esto es una vergüenza que va contra la libertad de expresión!
Unas páginas mas adelante, otro titular disturba al bueno del señor Vidal: "Descubierto un fraude millonario en la caja de ahorros STAR, implicado un alto cargo del gobierno"
Al parecer, este cargo, aprovechando su posición y un pasado nada claro al frente de dicha caja, consiguió evadir varios millones de euros.
- ¡¡¡Esto es un nido de ladrones, mentirosos y ruines!!! ¡¡¡ Y mientras yo, honrado trabajador, tengo que purgar porque mi negocio está rotulado en el idioma oficial de mi país, mi hija tiene prohibido hablar en su idioma materno y ni siquiera puedo escuchar mi emisora favorita, porque la quieren cerrar al más puro estilo hitleriano!!!
El señor vidal se dirige a casa desolado, pensando quizá en que debería dejarlo todo y buscarse su vida en otro lugar, lejos de represiones más propias del fascismo italiano que de un país democrático...
Bien, ya podemos abrir los ojos y volver a la realidad. Afortunadamente, esto es solo una historia creada por nuestra pujante imaginación.
Aunque, por otra parte, quizá no debamos estar tan tranquilos, dicen que la realidad siempre supera a la ficción. Por lo menos en Cataluña.